Caroline y yo

– ¿Podrías hablar con mi novio? – me había preguntado mi amiga Caroline esa mañana después de tomar un sorbo de su café.

Era una mañana soleada y hacía una temperatura muy agradable Caroline y yo éramos amigas desde hacía muchos años. Nuestras hijas iban al mismo colegio y estaban en la misma clase de la escuela primaria. Sin embargo nuestras hijas no eran amigas.

 

Siempre, después de llevar a nuestras hijas al colegio por las mañanas, tomábamos café en el bar de la acera de enfrente del colegio. Hablábamos de nuestras cosas, nos reíamos un poco y luego nos íbamos a trabajar. Caroline tenía su propio salón de belleza en el centro de Den Bosch. Siempre se arreglaba mucho. Era una mujer muy atractiva y se parecía un poco a Marilyn Monroe. Su negocio tenía mucho éxito porque utilizaba productos naturales en sus cremas de gran calidad. Tenía una lista de espera interminable, y ahora estaba pensando en abrir una filial nueva a las afueras de Den Bosch, en Holanda.

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